6 de marzo de 2010

Mateo recibe la llamada

POCO después de sanar al paralítico, Jesús sale de Capernaum y va al mar de Galilea. De nuevo vienen muchedumbres a él, y empieza a enseñarles. Al ir caminando, ve sentado en la oficina de los impuestos a Mateo, a quien también llaman Leví. Jesús le extiende la invitación: “Sé mi seguidor”.



Puede que Mateo ya esté familiarizado con las enseñanzas de Jesús, tal como lo habían estado Pedro, Andrés, Santiago y Juan cuando se les llamó. Y como ellos, Mateo responde inmediatamente a la invitación. Se levanta, deja atrás sus responsabilidades de recaudador de impuestos, y sigue a Jesús.

Después, Mateo hace un gran banquete de recepción en su casa, quizás para celebrar su llamamiento. Además de Jesús y sus discípulos, en el banquete están presentes socios anteriores de Mateo. A estos hombres por lo general los desprecian los demás judíos porque recaudan impuestos para las odiadas autoridades romanas. Además acostumbran desplegar falta de honradez al exigir de la gente más dinero que el impuesto regular.


Al ver que Jesús está en el banquete con aquellas personas, los fariseos preguntan a los discípulos de Jesús: “¿Por qué come su maestro con los recaudadores de impuestos y pecadores?”. Jesús, quien oye la pregunta, responde a los fariseos: “Las personas en salud no necesitan médico, pero los enfermizos sí. Vayan, pues, y aprendan lo que esto significa: ‘Quiero misericordia, y no sacrificio’. Porque no vine a llamar a justos, sino a pecadores”.

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