25 de marzo de 2010

RESPETANDO LA VIDA DE LOS NO NACIDOS

La facultad de pasar a otros la vida es un magnífico privilegio, dado por Dios. Esa vida se pasa, no en el nacimiento, sino al tiempo de la concepción. Como declara la Encyclopædia Britannica, es entonces que “comienza la historia de la vida del individuo, como entidad distinta y biológica.”
De manera similar, el interés de Dios en una vida humana comienza antes del nacimiento. El salmista David escribió, diciendo a Dios: “Me tuviste cubierto en forma protectora el vientre de mi madre. . . . Tus ojos vieron hasta mi embrión, y en tu libro todas sus partes estaban escritas.”—Salmo 139:13-16; Eclesiastés 11:5.

En tiempos modernos la vida de millones de niños no nacidos está siendo finalizada deliberadamente por abortos. ¿Es correcto esto? Algunos alegan que la criatura no nacida no tiene aprecio consciente de lo que la vida es y no puede tener existencia separada fuera de la matriz. Pero eso es también básicamente verdadero de una criatura que acaba de nacer.

Al nacer no tiene entendimiento del significado de la vida, ni podría continuar la existencia aparte del cuidado constante de los padres y otros. La célula viviente formada en la matriz al tiempo de la concepción tiene toda posibilidad de llegar a ser un infante si no se interfiere con ella.

El tomar la vida de una criatura recién nacida se considera un crimen en casi todo lugar. Hasta en los casos en que los hijos nacen prematuramente, se hace gran esfuerzo por salvarlos. Entonces, ¿por qué no debería también considerarse un crimen el que alguien tomara la vida del que no ha nacido para evitar que siga desarrollándose y nazca? ¿Por qué debería considerarse como sagrada la vida solo después que sale de la matriz y no también mientras está dentro de la matriz?

Lo importante no es solo cómo los hombres consideren los asuntos, sino lo que dice Dios, el Dador de la vida. Para Jehová Dios la vida del niño no nacido es preciosa, algo que no se debe tratar con ligereza. Él dio al antiguo Israel una ley en que específicamente protegía la vida de la criatura no nacida. Si, en una lucha entre dos hombres, una mujer embarazada recibía daño o se producía un mal parto, esta ley fijaba penas estrictas. (Éxodo 21:22, 23)

Es claro que el deliberadamente quitar la vida a una criatura no nacida sería más serio todavía. Según la ley de Dios, en todo caso en que una vida humana se quitaba deliberadamente, el culpable era sentenciado a muerte como asesino. (Números 35:30, 31) Dios le sigue teniendo la misma alta estima a la vida ahora.

El respeto profundo a la voluntad de Dios en cuanto a la vida de la criatura que no ha nacido resulta en verdadero beneficio. Al hacer Dios completamente responsable de la vida de los no nacidos a los padres, suministra una restricción a la promiscuidad sexual con todos sus malos efectos... las enfermedades venéreas, las preñeces no deseadas, los hijos ilegítimos, las familias desbaratadas y la tensión emocional de una conciencia impura. Esto puede contribuir a la paz de la familia ahora y es un factor importante en cuanto a que obtengamos bendiciones en el futuro.

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