5 de octubre de 2009

Un Pastor-Rey para toda la humanidad

Un Pastor-Rey para toda la humanidad

REYES, príncipes, presidentes y gobernadores del mundo, sin excluir a los de la cristiandad, no se han considerado como pastores. Hasta este día no se han sentido interesados esos gobernantes políticos en asumir deberes como los de un pastor.

Esto ha sido cierto desde tan remotamente como el tiempo de los Faraones de Egipto del siglo decimoctavo antes de nuestra era común (1728 a. de la E.C.). Concerniente a aquel país se informa: “Todo pastor de ovejas es cosa detestable a Egipto.” (Génesis 46:32-34)

Para los gobernantes mundanos la ocupación de pastor parece demasiado baja para que concuerde con la dignidad de su puesto gubernamental.
Es una ocupación que exige ternura y compasión como las que los gobernantes mundanos no están dispuestos a desplegar para con las masas que “hay que mantener abajo.” También, el pastoreo es una ocupación demasiado pacífica para los gobernantes que tienden a mostrar beligerancia y militarismo con la idea de mantener a otros gobernantes en su lugar. De modo que se mantienen preparados para la guerra.

Sin embargo, ¿qué hay acerca del más alto en todo el dominio de la existencia, que también es el Soberano del Universo? ¿Es demasiado orgulloso para asemejarse a un pastor? ¡No! Por eso sin ofensa un rey antiguo, el salmista David, lo llamó conductor de ovejas, diciendo: “Jehová es mi Pastor.” (Salmo 23:1) Él actúa como pastor para con todas sus criaturas humanas. Igualmente, Él llama a los gobernantes de Su pueblo pastores.

En el año 1473 a. de la E.C. introdujo a su pueblo escogido en la Tierra Prometida bajo el acaudillamiento de Josué hijo de Nun, que era de la tribu de Efraín y que había sido comisionado por el profeta Moisés para conducir a Israel, ¿por qué? Con el amoroso propósito de “que la asamblea de Jehová no llegue a ser como ovejas que no tienen pastor.”—Números 27:15-21.

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