22 de febrero de 2010

Hombres fieles que fueron ricos

Entre los fieles siervos de Dios se destaca Abrahán, quien tenía muchas riquezas en ganado, plata y oro, así como centenares de siervos (Génesis 12:5; 13:2, 6, 7). El justo Job también poseía muchos bienes: ganado, siervos, oro y plata (Job 1:3; 42:11, 12).

Estos hombres fueron ricos incluso según los criterios actuales, pero, sobre todo, fueron ricos para con Dios.

El apóstol Pablo llama a Abrahán “el padre de todos los que tienen fe”. Abrahán no fue tacaño ni mostró apego excesivo a sus posesiones (Romanos 4:11; Génesis 13:9; 18:1-8). Lo mismo puede decirse de Job, a quien el propio Dios llamó “hombre sin culpa y recto” (Job 1:8).

Siempre estuvo dispuesto a ayudar a los pobres y a los desamparados (Job 29:12-16). Tanto Abrahán como Job confiaron en Dios más bien que en sus riquezas (Génesis 14:22-24; Job 1:21, 22; Romanos 4:9-12).

Otro ejemplo lo tenemos en el rey Salomón. Al ascender al trono de Dios en Jerusalén, fue bendecido con sabiduría divina, así como con abundantes riquezas y gloria (1 Reyes 3:4-14). La mayor parte de su vida se mantuvo fiel, aunque al final “su corazón no resultó completo para con Jehová” (1 Reyes 11:1-8). Su triste experiencia, de hecho, ilustra los peligros más comunes de la prosperidad.

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