“Jehová es mi Pastor. Nada me faltará.”
(SALMO 23:1.)
(SALMO 23:1.)
SI LE pidieran que explicara la forma en que Jehová cuida de su pueblo, ¿qué diría? ¿Qué comparación utilizaría para ilustrar el tierno cuidado que él dispensa a sus siervos fieles?
Hace más de tres mil años, el rey David compuso un hermoso salmo en el que describió a Jehová valiéndose de un símil extraído de su oficio de juventud.
De joven, David había sido pastor de ovejas; por tanto, conocía lo que entrañaba su cuidado. Sabía muy bien que si se las deja solas, las ovejas se pierden con facilidad y son presa de los ladrones o las fieras (1 Samuel 17:34-36).
Sin un pastor que las atienda, son incapaces de hallar lugares donde pastar. En su vejez, David debió de revivir las muchas horas felices que pasó conduciendo, protegiendo y alimentando a los rebaños.
No causa extrañeza, pues, que David pensara en la profesión de pastor al describir por inspiración divina los cuidados que Jehová da a su pueblo. El Salmo 23, que es una de sus composiciones, comienza con las palabras: “Jehová es mi Pastor. Nada me faltará”.
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