16 de febrero de 2010

Una muestra inmerecida de bondad

Las perspectivas de la humanidad de gozar de felicidad eterna en perfección se vieron amenazadas cuando Adán pecó y no reconoció el derecho divino de fijar las normas de lo que es bueno (Génesis 3:1-6).


No obstante, antes de que nacieran los descendientes de Adán y heredaran el pecado y la muerte, Dios predijo la venida de una Descendencia perfecta.

Dirigiéndose en realidad a “la serpiente original”, Satanás el Diablo, Jehová declaró: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón” (Revelación [Apocalipsis] 12:9; Génesis 3:15).


Jehová se proponía redimir a la humanidad pecadora. En una muestra inmerecida de bondad, ha dispuesto lo necesario para la salvación de quienes tengan fe en el sacrificio redentor de su querido Hijo (Mateo 20:28; Romanos 5:8, 12).

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