11 de febrero de 2010

¿Quién nos separará del amor de Dios?


“En cuanto a nosotros, amamos, porque él nos amó primero.” (1 JUAN 4:19.)
¿CUÁNTO valoramos saber que se nos ama? Desde la niñez hasta la edad adulta, los seres humanos necesitamos amor para ser felices. ¿Hemos observado a un bebé en brazos de su cariñosa madre?

Suceda lo que suceda a su alrededor, cuando fija su mirada en los ojos de su sonriente y afectuosa mamá, está tranquilo y en paz a su amparo. ¿Recordamos cómo nos sentíamos durante los complicados años de la adolescencia?


Es probable que en ocasiones no supiéramos qué queríamos ni qué nos pasaba; sin embargo, era vital saber que nos amaban nuestros padres. ¿Verdad que era útil contar con que podíamos hablarles de cualquier problema o inquietud? En realidad, una de las mayores necesidades que tenemos a lo largo de la vida es sentirnos amados, pues reafirma nuestra valía.

Aunque, sin lugar a dudas, el cariño inagotable de los progenitores contribuye al buen desarrollo y equilibrio de la persona, tener la seguridad de que nuestro Padre celestial, Jehová, nos ama, es mucho más decisivo en nuestro bienestar espiritual y emocional.

Quizá algunos lectores no hayan experimentado el cariño paternal. Si ese es su caso, cobre ánimo. Aun cuando no haya recibido tal afecto o este haya sido inadecuado, le compensará el amor leal de Dios.

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